El fin de los alimentos baratos: Los precios de los alimentos se han
duplicado en solo una década. Esta escalada de precios anuncia el fin de los
alimentos baratos a través de dos crisis en menos de tres años (2008 y 2011),
dejando en evidencia la incapacidad de algunos países para adaptarse a la nueva
realidad y sobrepasando la cifra de mil millones de hambrientos.
No es un problema de cantidad sino de acceso a los alimentos. A pesar
de que en 2010 ha aumentado la producción agrícola y ha mejorado la disponibilidad de alimentos per
cápita, la desnutrición crónica ha subido hasta un 20% en todo el mundo. África
Subsahariana es la región más castigada (37%) a pesar de haber tenido un crecimiento
del PIB del 4,7%.
Afecta más a quien menos tiene: La crisis de los alimentos ha afectado
especialmente a los países de bajos ingresos y déficit alimentario, ya que
incide directamente sobre la seguridad alimentaria de una población que,
además, carece de un sistema de protección social que amortigüe el impacto.
La crisis mundial de alimentos impacta con virulencia sobre la
seguridad alimentaria de los países de bajos ingresos y déficit alimentario.
Aquellos que dependen más de los precios de los alimentos para comer o para
generar ingresos han sido las principales víctimas.
Aunque la subida de precios ha sido generalizada para todas las
materias primas, son las de uso alimentario las que más afectan a los más
pobres. En los hogares de los que menos tienen se destina hasta un 75% de sus
ingresos en alimentos, frente al 15% que se destina en Europa.
Casi 6 millones de haitianos, el 70% de la población del país, vive en
la pobreza. Ganan tan poco que tienen que gastar casi todos sus ingresos en
comida. La reciente subida del precio de los alimentos los ha llevado a una
situación desesperada. El arroz, un producto básico de la dieta en Haití, ha
triplicado su precio en tan breve periodo de tiempo que las comunidades no han
podido adaptarse a esta nueva situación.
Es una crisis vinculada a la crisis financiera, energética y
medioambiental que sufre el sistema internacional. Es una crisis cíclica que no
cesará hasta que los precios de los alimentos alcancen el precio debido en
consonancia con el resto de materias primas.
La complejidad causal de la crisis de la subida de precios de los
alimentos se ha denominado la Tormenta Perfecta y se vincula directamente la
subida de precios de los alimentos con la subida del precio del petróleo.
La especulación financiera amplifica los precios de los alimentos y se
suma a otros factores que potencian la crisis. Los especuladores financieros
encuentran en los alimentos un activo con el que negociar y lucrarse, causando
inestabilidad en los precios de los alimentos y elevando aún más su coste.
Los actores del sistema mundial de alimentos tienen dos tipos de
responsabilidades. La política que debe decidirse en las instituciones
internacionales y estados sobre la gobernanza del sistema y la del
funcionamiento del propio sistema alimentario que deben asumir los productores,
distribuidores y consumidores finales.
El sistema de la ONU resulta insuficiente para garantizar la
gobernanza y sostenibilidad del sistema alimentario. Las instituciones
financieras y el poder económico marcan ritmos de inequidad y deficiencia en
contra de más de un millón de personas y a favor de unos pocos.
Para alimentar a 7.000 millones personas que aproximadamente viven en
la Tierra intervienen 1.500 millones de productores en el sistema mundial de
los alimentos. Tan sólo 500 empresas controlan y deciden sobre el 70% de la
producción de todo el planeta.
La crisis alimentaría tiene un clara incidencia sobre el desarrollo y
seguridad tanto a nivel local como global. El comportamiento de los mercados
internacionales de alimentos incide directamente sobre los mercados regionales
y locales y, aunque con distinta repercusión, a ninguna economía deja
indiferente una subida tan brusca de los precios en los alimentos más básicos.
La factura de alimentos será más alta: El incremento de los
precios internacionales de los cereales hará que el coste de las importaciones
de materias primas agrícolas se eleve y coloque en posición deficitaria la
balanza comercial de muchos países en desarrollo, a su vez principales importadores.
Se pagará más por menos debido a la inflación.
El nuevo colonialismo subyace como efecto perverso de la
globalización. La importación de alimentos genera la dependencia del consumo de
productos que sustituyen a los productos locales. Éste hecho, unido a otros más
complejos de índole político como la enajenación de las tierras, hace que los
precios de mercado en moneda local sean incluso más altos que los precios
internacionales.
La Cooperación Internacional al Desarrollo debe concentrar mayores
esfuerzos en garantizar la seguridad alimentaria: En 2004 se dedicó a la
agricultura de los países más pobres un 3,5% en 2004 frente al 18% que destinó
en 1979, a pesar de que la cantidad total en este mismo periodo tuvo un
incremento del 250%. Se deben garantizar redes de seguridad alimentaria a nivel
nacional.
La distribución de los alimentos y los precios locales son la clave.
Según Luis Bilbao, Economista, lo importante para solucionar el problema del
hambre es que el aumento de la producción esté en los lugares donde hay más
hambre y no en las manos de las grandes empresas que provocan grave
inestabilidad política.
La dependencia alimentaría provoca una grave inseguridad alimentaria.
La gestión de los recursos debe garantizar el derecho a la alimentación a través
de mejoras en las políticas públicas de agricultura y de seguridad alimentaria,
al mismo tiempo que se incrementa el ingreso per cápita que garantiza un mayor
acceso a los alimentos a toda la población.
La crisis mundial de alimentos exige una movilización de recursos que
apoye a los países de bajos ingresos y déficit alimentario a adaptarse lo antes
posible a los nuevos precios. Es decir, garantizar el acceso a los alimentos de
la población más vulnerable con responsabilidad de estos estados e implicación
de la comunidad internacional. Del mismo modo debemos conocer las causas para
incidir sobre ellas.
La sociedad civil y la opinión pública deben exigir que los
compromisos internacionales se cumplan.
La solución para salir de la crisis alimentaria exige un cambio en las
políticas agrícolas y para ello es necesario que las instituciones financieras
internacionales y los organismos mundiales
de desarrollo dejen de tener el poder que tienen actualmente. Habrá
que resolver tres temas que están interrelacionados: tierra, mercados y la
agricultura misma.
Fuente: Crisis mundial de alimentos: alternativas para la toma de decisiones; Kattya Cascante Hernández
Ángeles Sánchez Díez